Cuando Disney se vuelve "malo" hace una película buena: Toy Story 3
En Toy Story 3, el equipo Disney-Pixar saca a los "cucos" que guardaba "hasta el infinito y más allá" para introducir dos personajes terroríficos: un oso de peluche cínico y asesino y un bebé manipulador-cómplice. Ambas figuras -rechonchas y entrañables en un principio, como símbolos del universo infantil-, encarnan una nueva forma de ver la maldad en una película animada (sobre todo por parte de Disney). Ha sido como darle un cuchillo a Mickey Mouse para ver qué hace con él. El propio Mickey es huérfano, no envejece y es incapaz de vivir sin discusiones. Ha tenido, al menos, un pasado complicado, pero es un tipo duro que mantiene el alma noble, sobreponiéndose al contexto, gracias a sus amigos (es, en esencia, un Bebote). En Toy Story 3 "los malos" fueron abandonados por quien debió cuidarlos y ese rechazo transformó su corazón: de héroes a parias.
Desde el comienzo la cinta plantea una cruel elección: "los huérfanos o yo", dice el villano.
Una tesis: elige desde niño en qué lado de tu película quieres estar. Los buenos. Los malos. Los juguetes. La decisión que tomes te puede configurar para siempre. En la película todos los personajes-juguetes están a punto de arder en el mismo infierno, al que prefieren ir juntos y resignados /si has sido bueno "se supone" que te salvas. El oso Latso y Bebote tienen deficiencias físicas, ¿las taras que nos hacen especiales o únicos o memorables pueden causar pánico?
Es probable que en esta humanización de los personajes radique el éxito de la cinta: adultos y niños se enfrentan a una trama compleja, donde lo más inocente o dulce esconde algo de maldad, incluso la máquina-vende-alimentos. Porque así es la vida misma. Podríamos decir que Disney "se volvió malo", pero esta maldad está haciendo algo bueno por sus argumentos (al fin dejaron de creer que solo los niños ven películas para niños). Disney se volvió malo y menos aburrido. Los personajes evolucionan, aprenden del pasado y continúan con sus vidas. Crecen. Esto es lo que hace que Toy Story 3 movilice a grandes y chicos y que sea una verdadera película "animada", como Up, Las trillizas de Belleville o Ratatouille.
Otra tesis o es que solo yo me pregunto: ¿nos quedamos con los juguetes o son ellos los que se quedan con nosotros? ¿somos lo que hemos jugado?
(Lo que no entiendo es por qué Buzz y el Gato con Botas de Schrek tienen que dejar de ser lo que son y ser "españolizados" para dar risa o es que Disney-Pixar y Dreamworks comparten los mismos creativos).