#ElPerúQueQueremos

Objeto volador identificado sobre la cuadra donde vivo, según Salvador Luis.

Con una entrevista en Koult.es

Publicado: 2013-03-08

A fines del año pasado, Salvador Luis me entrevistó para la página española Koult.es, a propósito de mi segundo libro de cuentos ALGO SE NOS HA ESCAPADO. Todas las respuestas están basadas en hechos reales...

Quisiera empe­zar esta entre­vista hablando de encuen­tros cer­ca­nos. ¿Alguna vez has sido abdu­cida por extraterrestres?

Bueno, sí, he tenido encuen­tros cer­ca­nos y leja­nos con extra­te­rres­tres. Cer­ca­nos en cuanto he deba­tido con ellos sobre aste­roi­des en un ovni que flotó invi­si­ble sobre mi casa, sin lle­gar a movi­li­zar­nos hacia otro lugar. Y leja­nos, puesto que los vi a punto de cru­zar mi calle, con el brazo en alto, para apun­tarme con un arma o salu­darme (no me quedó claro, dada la dis­tan­cia…), pero logré des­pis­tar­los y escon­derme en una casa de masa­jes. No vayas a insis­tir, Sal­va­dor. Por nues­tra segu­ri­dad me es impo­si­ble reve­larte si poseen ura­nio o cuándo nos ata­ca­rán. Eran seres pací­fi­cos, del ovni para aden­tro, pero capa­ces de una ili­mi­tada vio­len­cia ante una pro­vo­ca­ción. Se deben estar bur­lando de noso­tros; desde hace miles de años explo­tan el pla­neta de dia­mante, “55 Cancri-e”, que los huma­nos aca­ba­mos de encon­trar. En su visita, me pidie­ron el mapa de los terri­to­rios de cul­tivo de la qui­nua. Me resistí y me deja­ron dos cica­tri­ces en la cara.

Te con­fieso que yo, más que tener uno de esos encuen­tros, qui­siera ser dueño de uno de sus vehícu­los, con radio sate­li­tal y wi-fi. ¿Tú qué ambi­cio­nas, Kat­ya­daui? ¿Una bici super­de­por­tiva? ¿Mamuts clonados?

Te diver­ti­rías mucho en tu pro­pio ovni, puedo ima­gi­narte a bordo de uno, con música a todo volu­men. En cam­bio yo, muchas de las cosas que alguna vez ambi­cioné no sabría cómo usar­las. No sé mane­jar, excepto bici, por lo que con­du­cir un ovni, con todos esos con­tro­les y man­dos, podría tomarse como una pro­vo­ca­ción y cau­sar la pró­xima gue­rra inter­es­te­lar. Las bici­cle­tas vola­do­ras ya fue­ron inven­ta­das por E.T. Mi deseo, en reali­dad, es mucho más terre­nal pero toda­vía inal­can­za­ble: un hogar pro­pio con un patio del tamaño de una pis­cina infla­ble, para el verano.

Pase­mos ahora al libro que publi­caste hace unos meses, Algo se nos ha esca­pado(2011), un con­junto que inter­cala cuen­tos y rela­tos bre­ves de diversa temá­tica. Admito que pre­fiero los tex­tos más crue­les del libro, tex­tos como “Señor Muerte”, dedi­cado a la ima­gen foto­grá­fica, o el cani­ba­lismo social que pre­sen­tas en “Sobre­vi­viente”. Hay otro cuento, sin embargo, que me interesa traer a cola­ción: “Miss Belleza”, la his­to­ria de un par de socios que se pro­po­nen “orga­ni­zar un con­curso de belleza donde la belleza sea real”. Des­pués de leerlo me queda una duda, que­rida, ¿si la belleza es sólo una cons­truc­ción, qué me dices del sch­nau­zer minia­tura que tie­nes en casa?

Algo se nos ha esca­pado es un libro que escribí casi todas las noches, des­pués del tra­bajo, durante más de un año. En ese lapso, mi madre, mi padre y mi her­mana enfer­ma­ron. Mi padre no sobre­vi­vió. Pasó de ser un libro que cele­braba la vida a uno que explo­raba las tra­ge­dias coti­dia­nas que deben suce­der­nos por­que tanto la tris­teza como la feli­ci­dad nece­si­tan ser con­fron­ta­das. Nunca com­pren­de­mos las cosas mien­tras están ocu­rriendo. Yo escri­bía estos cuen­tos para sopor­tar el duelo, por­que el duelo me atra­vesó antes que la muerte y no des­pués. Para apren­der. Por eso el tema de las pér­di­das reco­rre el libro. Los cuen­tos más crue­les o más iró­ni­cos cues­tio­nan cier­tas segu­ri­da­des: fami­lia, belleza, juven­tud, amis­tad, leal­tad, salud, tra­bajo. Yo soy una obse­sio­nada de la vida y nece­sité acep­tar la pala­bra “fin”. Pese al dolor que me rodeaba en esos momen­tos, me quedo con toda esa loca feli­ci­dad del pro­ceso crea­tivo, de sen­tarme a la mesa con ideas nue­vas por estruc­tu­rar. En cuanto a Mara, la mas­cota, pues ya tiene ocho años. Como todo ser que ingresa en una etapa de madu­rez, se está vol­viendo mucho más inquie­tante (¡qué cam­bios de humor!), más refle­xiva (dor­mita todo el día, y en mi cama), por lo que su belleza se man­tiene con­tra­dic­to­ria, salvo por la hali­to­sis, que se ha ido per­fec­cio­nando en el tiempo.

Así son los perros, cru­ci­gra­mas en cua­tro patas. Pasando a un tema menos exis­ten­cial, y tam­bién menos canino, ¿qué medida pro­po­nes para resol­ver la cri­sis de la mediana edad en la pobla­ción mas­cu­lina de Okinawa?

Pues les reco­miendo que vuel­van al karate; total, nació en Oki­nawa. Si pue­des levan­tar una pierna hasta tu pro­pia frente, no hay mediana edad que te detenga.

Creo que has dado en el blanco, Kat, y nues­tra audien­cia en Oki­nawa te lo agra­de­cerá por varias gene­ra­cio­nes. Solo me queda pre­gun­tarte acerca de esos ojos tan cla­ros que tie­nes, ¿son len­tes de contacto?

Mira, estos ojos son la única dona­ción que acepté reci­bir de los extra­te­rres­tres, cuando ellos creían que sí les reve­la­ría los datos sobre la qui­nua. La par­ti­cu­la­ri­dad es que cam­bian de color según mi ánimo. Por ejem­plo, cuando me obli­gan a ir al tra­bajo antes del hora­rio nor­mal de ingreso, créeme: se vuel­ven rojo san­gre. Sé con­vi­vir con la eufo­ria de mis ojos, pero nunca me acos­tum­braré a los hora­rios de oficina.

Tomado de: http://www.koult.es/2012/12/katya-adaui-sicheri/


Escrito por

Katya Adaui

¿Qué es lo que quiero contar? ¿Qué es lo que he aprendido?


Publicado en

Casa de estrafalario

Escribo para descubrir, para ser feliz, para viajar, para volar. @kadaui